martes, junio 03, 2003

La semana pasada armé un taller sobre el cine de Woody Allen. Entre la filmografía que revisamos estaba Sweet and Lowdown (El gran amante) de 1999. Ver de nuevo esta peli me sirvió para confirmar que, definitvamente, la considero mi favorita. Tiene todos los elementos para definirse -a la hora de tirar netas- como una gran obra cinematográfica. Cada elemento de puesta en escena está perfecto. Esta peli es la muestra de la economía de medios en cine y eso se debe en gran medida a Alisa Lepselter, sin menospreciar a la montadora de toda la vida de Allen, Susan E. Morse.
Me parece totalmente gratuito el desprecio a este neoyorquino con la frase mil veces repetida: "se repite". Valga la valga.
La música de Django Reinhardt (Emmet Ray, Howard Alden) la interpretación de Sean Penn y Samantha Morton (seguro se llevan el no Oscar), la foto de Zhao Fei y el diseño de producción de Santo Loquasto recrean ese nostálgico mundo del jazz de los años treinta.
La vigencia de Woody Allen está subrayada, en luces neon y en tamaño espectacular con Sweet and Lowdown.
That's all folks!

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